cuando yo era chico, Juan (mi abuelo, pero todos le decian Juan, asi que siempre fue Juan, a secas) escuchaba folklore en la radio. Juan nunca fue un abuelo de tango. la cuestión es que yo iba y le cambiaba la radio, o le bajaba el volumen, porque no me gustaba ni un poquito así el folklore.
ahora que los dos estamos 25 años mas viejos que cuando nos conocimos, voy a la casa de juan y le pongo las canciones que alguna vez supe censurar, a un volumen suficiente como para no escucharnos. Cuando yo tenia 5 años, él me servía medio dedo de vino con muchisima soda, a escondidas de mi abuela. Ahora, cada vez que nos juntamos compartimos el vino con soda y limón, como aprendí de él. también de él aprendí a abrir las puertas de mi casa a los amigos, siempre. de él aprendí que el asado se come jugoso, y se hace con poco fuego, tranquilo. de él aprendí a medir a ojo las maderas, a distinguir el olor a cedro a un kilómetro de distancia. también aprendí que las cosas se disfrutan más si se comparten.
juan alguna vez militó en la JP, aunque nunca me enseñó de política, un dia me reconoció que nunca quiso llenarme la cabeza con ideas, sino que yo las tomara solo. tambien me dijo que estaba orgulloso de mi pensamiento, que si yo hubiera vivido los años de plomo, seguramnete habría tenido mas huevos que él, que no se unió a los montoneros por mi vieja, que era chica y que yo me habría cagado a tiros sin pensarlo.
una cosa que me dijo, y me emocionó es que ellos querían cambiar el mundo. y que pensaba que yo tambien quería cambiar el mundo.
ahora creo que los dos podemos cambiar el mundo, a nuestro modo. y creo que mi hija tambien puede cambiar el mundo.
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