Cuento cortísimo

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A Fernando lo conocí en la sala de terapia, cuando Cecilia estuvo mal, veníamos de una estadía demasiado prolongada en Bilbao. Prolongada a la fuerza, por dos grandes motivos, aunque el que más nos forzó fue la enfermedad de Cecilia. Me acuerdo que los médicos no sabían qué carajo tenía, no le encontraban nada, se cansaron de hacerle tomografías y análisis de sangre. Todavía no saben qué tuvo.
Por suerte, ella se curó y hoy tenemos una familia hermosa. Pero esta no es la historia de Cecilia, sino de cómo conocimos a Fernando.
Mañana se casa, Fernando. Estamos contentos, porque lo vemos mejor, está más gordo, ahora se dejó la barba, que lo hace más viejo, y no parece importarle. Paz no lo deja tranquilo, y él la lleva a la plaza, a la heladería, parece que la quiere malcriar más que nosotros, que somos los padres. Cecilia me dice que no deje de comprar arroz, para darle buena suerte a la pareja que se casa, le digo que no joda, que ya compré.
La cuestión es que a Fer lo conocimos en la sala de terapia. Cecilia estaba en una cama, toda pinchada, y yo salí al pasillo a tomar un poco de aire, no soportaba más verla hecha un pollito mojado. Fernando salió de la misma sala, caminaba despacio de una punta del pasillo a la otra. Se me acercó para pedirme la hora. Eran las tres y cuarto del siete de Agosto. Nos pusimos a charlar, fuimos a la cafetería del Hospital. Pedimos dos cortados. Los tomamos con mucha azúcar. Me contó que él estaba cuidando a su pareja, con quien convivía hacía un tiempo. Yo le conté de Cecilia, de cómo nos habíamos ido a España, a probar suerte, y ella se enfermó.
Cuando subimos a la sala, no nos dejaron pasar. Eran las cinco y media. Al otro día le presenté a Fernando a Cecilia. Le sonrió desde atrás de los tubos, y me miró a los ojos, como preguntando quién era. Nuestro nuevo amigo, le dije. La pareja de Fernando había empeorado durante la noche. Se dejó ganar a la madrugada. Cuando lo ví a Fer abrazando a Gabriel, llorando, diciéndole que lo amaba, y que nunca se iba a perdonar no haber estado ahí, entendí que un hombre puede amar a otro hombre, tanto como yo amo a Cecilia.
Mañana se nos casa Fer, con un tano que conoció hace dos años. Y Paz va a llevar los anillos en la ceremonia que vamos a hacer en casa. Cecilia va a oficiar de sacerdotisa.

2 pensantes:

Amperio dijo...

Muy bueno, compañero. Muy bueno.

Y que en el día de la Lealtad tenga un buén día.

Nos estamos viendo. UAP

Nerón dijo...

buen dia de la lealtad, y es un dia peronista con todas las letras.

UAP