Roque

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Le gustaba la risa fraca,
esa de los compañeros
a las cuatro de la mañana,
le gustaban las mujeres
y a muchas amó
como amó tantos "ismos"
y a tantos otros despreció
se salvó varias veces,
por milagro o casualidad,
escribió todo lo que pudo,
hasta que la bala,
esa que le llegó de costado,
y no de atrás,
le calló la pluma,
y la boca,
pero su corazón,
porque ese era su deber, y no otro,
sigue latiendo
a la izquierda
de nuestro pensamiento.

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