moraleja sin historia, o de como nos corre Cronos

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Maria caminaba por la calle de tierra, en plena noche de Enero. Por la calle que la habia visto crecer, y a la que le conocia cada pocito, cada piedra. Caminaba con paso firme, porque llegaba tarde para la cena y sabia que Tata se enojaria si ella llegaba tarde. Maria era grande, tenia veinte años y ya era toda una mujer, y la verdad era que todavia tenia miedo de que el Tata se enojara, y no le gustaba escucharlo insultandola. El Tata era un viejo maltrecho por los años, pero mas fuerte que un ombù, y Maria habia recibido varias palizas de chica, por no hacer lo que mandaba el viejo. Ella no veia la hora de irse de casa. Maria caminaba por la calle de tierra, confiada de hacer las cuatro cuadras que la separaban de la casa en menos de dos minutos. Maria volvia tarde los jueves porque se quedaba un rato mas en el trabajo, ayudando a limpiar. Lo que no sabia Maria es que en casa la esperaba un sorpresa.
Maria vio luces y gente fuera de la casa, y se apuro a llegar. Cuando llego vio algo que hacia mucho que esperaba ver. El viejo habia muerto. Cuando pregunto que habia pasado, le contaron que el viejo se quedo dormido con la pava sobre la cocinita a garrafa y el viento habia apagado la hornalla. El viejo murio por el gas.
A Maria no le cayeron lagrimas, sòlo atino a dar las gracias al vecino que llamo a la ambulancia, aunque èsta ya no hiciera falta.
Desde ese dia Maria llega a la hora que quiere para la cena, sin miedo de las reprimendas del Tata.

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