Doppelgänger

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Pedro camina por un callejon oscuro, atestado de pilas de basura, ratas corriendo entre las sombras, borrachos irredentos tirados en el piso, durmiendo un sueño de locos. Llueve, fuerte y gris, llueve como siempre en la vida de Pedro. A lo lejos redoblan las campanas de la iglesia abandonada, algun gato, piensa Pedro, con las manos en los bolsillos del gamulán y el Gitane entre los labios. Pedro camina en el aire, mientras piensa en Graciela, que debe estar en su cama, calentita y seca, a salvo de las perdiciones de la ciudad. Piensa en Graciela como si él fuera un convicto sentenciado de por vida, y ella una colina que se ve desda la ventanita de su celda, piensa en Graciela como en la miga de pan tibia. Pero Pedro sabe que no puede verla, que ya no puede acercarse a ella, porque esa noche llueve, y porque el marido de Graciela juró matarlo si se acecaba a ella, por eso Pedro camina y fuma, mientras las gotas caen desde lo alto, desde las nubes negras que se cortan con los filos de los rayos, pero esta noche la lluvia es rara, proque llueve y hay rayos, pero a lo lejos se ve la Luna, lo que conforma un paisaje surrealista, es ironico, piensa Pedro, los rayos iluminando la Luna, cuando siempre es al reves. Pedro sigue caminando, pensando en el vino tibio que tiene ganas de tomar para calentar el cuerpo y el corazon. En medio del silencio de la noche se oyen las sirenas de la Policia...

en el exacto momento en que comienza a sonar mi despertador, que me avisa que tengo una rutina que cumplir... a veces pienso en Pedro, qué le habrá sucedido, si habrá vuelto a ver a Graciela, si habrá salido de su desgracia. El otro dia lei que la vida es lo que uno hace con sus desgracias, quisiera saber qué hizo Pedro con las suyas

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